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Ecología fraterna
Montse escribano durante su participación en la Jornada de Enlázate por la Justicia sobre Ecología fraterna.
Las entidades de Enlázate por la Justicia hemos celebrado una jornada de Reflexión on line con el lema: Cuidadanía Integral: construyendo ecología fraterna. Esta jornada continúa el proceso de reflexión iniciado en 2021 al concluir la campaña Si Cuidas el Planeta Combates la Pobreza, cuyo objetivo es seguir impulsando la alianza Enlázate y su presencia en la Iglesia y en la sociedad.
Sebastián Mora, que acompaña este itinerario, inició la jornada retomando las intuiciones obtenidas en los encuentros del año pasado.
Destacaba que, como en todo trabajo en alianza, siempre es un reto superar los temores a perder en identidad de la propia institución para ganar cohesión del trabajo en red. Esta cuestión es especialmente crucial si lo que queremos abordar es la fraternidad y la justicia. Sebastián argumentó que la cuidadanía se ha revelado fundamental en el contexto de la pandemia y conecta con la corriente ecofeminista, que tiene enorme capacidad transformadora.
Luis Aranguren recogió el testigo para invitarnos a reflexionar sobre la ética (y la mística) del cuidado. Reflexionar desde los datos de la actualidad pero también desde las intuiciones del Espíritu. Los datos van confirmando lo que hace 50 años planteó el Club de Roma, al comenzar a cuestionar que el desarrollo económico no podría ser sostenible. Para Luis, nos encontramos en un tiempo bisagra, entre la civilización de la conquista y la del cuidado. La primera, centrada en el “hacer”, nos hace olvidar la pasividad que nos constituye: somos porque otro nos ha cuidado. Con Caín como paradigma, se ha ido desvinculando de la vida y, una vez lo hacemos, podemos matar al hermano. De ahí la necesidad de revincularnos como sociedad y civilización. También en las relaciones económicas y laborales, en las que las organizaciones eclesiales tenemos también un reto.
Para dar los pasos que el nuevo tiempo necesita, no basta razonar y argumentar que necesitamos parar y cambiar de eje, sino dar un salto espiritual, creyendo y soñando que podemos vivir de otro modo, para que todos podamos vivir. El cuidado puede convertirse en un cliché, una moda, otro “tener que”, pero eso desarmaría su capacidad transformadora. Es muy duro mirar con honestidad a la realidad, tratamos de evitarlo. El deseo de retornar a la normalidad tras la pandemia nos dificulta soñar algo diferente y contribuye a una desmoralización que nos inmoviliza, incluso por la dificultad de ocupar el espacio público, como señaló también Montse Escribano en su intervención. La compasión y la indignación deben impulsarnos a la movilización social.
En este camino, escuchar a las comunidades del sur, con su sabiduría ancestral del Buen Vivir, y a la juventud, que también demanda espacios de silencio e interioridad, es una pista necesaria.
Para Aranguren, transitamos por un cristianismo en mudanza (García Roca/Mardones), hacia algo nuevo, que no sabemos cómo será y no controlamos, en metamorfosis, en la que algo se transforma y queda lo esencial. En nuestras estructuras, miremos lo que debemos dejar ir para dejar venir lo nuevo.
En la segunda parte de la jornada, la teóloga Monstse Escribano nos acompañó desde su aula de Bachillerato, donde su alumnado siguió también sus palabras. Señalaba que un modo de definirnos como personas o sociedades es a quién cuidamos, qué sostenemos. Como instituciones y organizaciones, ¿a qué personas cuidamos? ¿Y las personas que no han sido cuidadas, también por la propia Iglesia?
Del mismo modo, también el cuidado revela al Dios de Jesús: a quién cuida. Anteriormente, Aranguren había señalado que el cuidado es “uno de los nombres de Dios hoy”.
El cuidado no se puede separar de la justicia. ¿Cómo podemos atender a quien necesita cuidado? Debemos mirar, como también había señalado Aranguren, el reverso de la historia, como muestran los recientes informes de FOESSA y Oxfam. Nos hemos dado cuenta de que las personas pobres no pueden vivir con el nivel de consumo que lo hemos hecho nosotros. Necesitamos un cambio de nuestro modo de vida. El confort, el bienestar, el tener todo a un click, la lógica del éxito no forman parte de la promesa de las Bienaventuranzas. La felicidad se promete a las personas que miran de otro modo la vida. Aspectos como el consumo, dónde tenemos nuestro dinero, y la economía en general tienen que ver con nuestra dimensión espiritual. También cómo usamos las tecnologías de comunicación (internet, móviles…). Así como el mundo del trabajo hace tiempo que la Iglesia lo enfoca desde una pastoral concreta, debemos ir atendiendo las cuestiones de la economía.
Como insiste el Papa, se trata de iniciar procesos de transformación, dentro y fuera de la Iglesia. Es tiempo sinodal: escuchar, dialogar impulsados por la fraternidad/sororidad, colocando la vida (no nuestros planes) en el centro. Nadie sobra en este diálogo, la diversidad es riqueza. Montse señalaba en este sentido el proceso del Pacto Educativo Global en el que las estructuras eclesiales se abren a la escucha del mundo, para, juntas, impulsar el Derecho a la Educación, la inclusión y la conciencia de la justicia y la ecología.
Con las intuiciones y reflexiones provocadas en esta jornada, las distintas entidades y grupos territoriales de Enlázate por la Justicia trabajarán unos meses para volver a reunirse y aterrizarlas en propuestas concretas de trabajo conjunto.Vídeo completo de la Jornada
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