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Declaración ante la COP28
Del 30 de noviembre al 12 de diciembre, más de 140 jefes de estado y decenas de miles de delegados se reunirán en Dubai, Emiratos Árabes Unidos, para la 28ª Conferencia de las Partes (COP 28) de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), conocida como Cumbre del Clima.
En la COP 21 de París, los Gobiernos acordaron limitar el calentamiento global muy por debajo de 2°C, y mejor no superar 1,5°C, para proteger la sostenibilidad de la vida en la Tierra. El último Informe del IPCC afirma que es necesaria una reducción del 43% de las emisiones de CO2 para 2030 y del 84% para 2050 (sobre la base de las emisiones de 2019) para alcanzar el objetivo de 1,5°C.
La crisis climática se manifiesta a través de: sequías prolongadas; incendios forestales severos; olas de calor y de frío más frecuentes e intensas; precipitaciones extremas que provocan erosión e inundaciones; fenómenos meteorológicos extremos que afectan a la producción de alimentos en la agricultura, o a la mayor presencia de plagas en las cosechas; el deshielo. A nivel global, la subida del nivel del mar y el blanqueamiento de los corales afectan a los países insulares de Asia y del Pacífico, entre otros. Sus efectos más graves se dejan sentir particularmente en el Sur Global debido a la falta de recursos de financiamiento para la adaptación, la mitigación, y la compensación por las pérdidas y daños.
La ciencia ha hablado claro: para cumplir con la responsabilidad de cuidar nuestra Casa Común, debemos eliminar progresivamente la producción de combustibles fósiles y acelerar una transición energética justa hacia las energías renovables. Se hace necesaria la adopción de estilos de vida más sencillos, adaptándonos a los límites de un planeta finito, para garantizar el bienestar de todas las criaturas.
Ante ello, respaldamos las siguientes recomendaciones para quienes toman las decisiones en la COP 28, que se sustentan en las dimensiones científicas, técnicas y morales recogidas en la exhortación apostólica Laudate Deum y que pueden ofrecer un enfoque integral para la mitigación del cambio climático, la adaptación y la compensación por pérdidas y daños:
❖ Comprometerse con acuerdos concretos y vinculantes.
➢ Se necesitan acuerdos concretos y vinculantes que responsabilicen a las
naciones de sus acciones y que restauren la verdadera oportunidad hacia el
desarrollo integral humano y no sirvan de excusa para la continua
explotación de los ecosistemas.
❖ Acelerar la transición socialmente justa hacia energías limpias.
➢ El cambio climático nos urge a abandonar los combustibles fósiles de manera
razonable y prudente. La transición hacia energías limpias debe ser justa y evitar repetir los errores históricos del colonialismo y la explotación que crean
desigualdades. Es preciso escuchar las tradiciones que han coexistido
pacíficamente con la Madre Tierra, durante siglos.
❖ Unido a lo anterior, desarrollar e implementar un Tratado de No Proliferación de Combustibles Fósiles.
➢ El Acuerdo de París debe complementarse con un tratado vinculante para
«poner fin a la era de los combustibles fósiles» y coordinar los esfuerzos de
transición energética justa con enfoque en derechos humanos, la protección
de la biodiversidad y procesos democráticos territoriales. Una apuesta
decidida por la movilidad sostenible, con una postura propiciadora de medios
de transporte colectivo y medios de transporte saludables, donde el fomento
de la movilidad activa y más humana (en bicicleta, a pie) sea una prioridad en
los desplazamientos cotidianos.
❖ Adoptar un enfoque interconectado, humano y social.
➢ El cambio climático no es sólo un problema medioambiental, meramente
tecnológico, sino una crisis humana y social. Junto a la necesidad de vivir
más sencillamente en armonía con los ciclos de vida de la Tierra, no se
puede olvidar el respeto a la dignidad de los pueblos. Igualmente, un cambio
en la matriz energética es insuficiente si no forma parte de un proceso de
transformación integral que incluya cambios en la organización, la propiedad
y la distribución de los sistemas de producción y consumo de los recursos
naturales, especialmente del agua.
❖ No más dilaciones y retrasos.
➢ Frente a la urgencia climática se necesita determinación. Se debe ir más allá
del encubrimiento de la preocupación y reunir el valor necesario para
introducir cambios sustanciales. El retraso supone pérdida de biodiversidad y
conflicto social por falta de acción ante un problema global y generacional.
❖ Garantizar la transparencia, la financiación climática y la rendición de cuentas.
➢ Se deben establecer mecanismos para supervisar los avances, los fondos
para pérdidas y daños, la financiación para la adaptación y la mitigación, y
hacer que las naciones rindan cuentas de sus compromisos.
Movimiento Laudato Si’, España – Enlázate por la Justicia – ECODES – Comisión
Diocesana de Ecología Integral del Arzobispado de Madrid – Fundación Pablo VI
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