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En defensa de la Vida
«El seguimiento de Jesús nos impulsa a participar en redes de Iglesia en defensa de la Vida», acompañando la resistencia de las comunidades indígenas ante el hostigamiento de las empresas extractivas que solo buscan enriquecerse con la Casa Común. Gladis Montesinos, carmelita misionera miembro de REPAM (Red Eclesial Panamazónica), nos ha animado con estas palabras en la rueda de prensa inicial de la III Caravana por la Ecología Integral, esta mañana en la sede de la ong redentorista Asociación para la Solidaridad. La Caravana está organizada en España por la alianza Enlázate por la Justicia.
Este mensaje tiene mayor sentido si cabe al recordar el asesinato el pasado sábado del líder eclesial y ambiental hondureño Juan López a la salida de la celebración de la Palabra en el municipio de Tocoa donde era concejal. La rueda de prensa se inició con un minuto de silencio en su memoria. Gladis señalaba que acompañar a estos pueblos es un enorme desafío para la Iglesia, por el que pagan un precio. Ella misma ha recibido recientes amenazas tras las que ha recibido el apoyo del obispo local, Eugenio Coter.
Los distintos miembros de la caravana (misioneros religiosos, laicos, líderes indígenas, personas del mundo acadámico de Perú, Bolivia, Chile, Argentina y Brasil) han incidido en distintos aspectos en su testimonio. Joan Jara, que acompaña al pueblo mapuche en Chile destacaba cómo hacen experiencia de comunidad al resistir sostenidos por una ecoespiritualidad que armoniza cabeza y corazón. Vito Yuganson, en la zona aimara de Puno (Perú) afirma que el desorden en el clima pone en riesgo la supervivencia de los agricultores. «La Madre Tierra está siendo indiferente con nosotros». Las energías verdes, supuestamente limpias, están multiplicando por 5 el ritmo de extracción de minerales como el litio, cuyo proceso productivo requiere enormes cantidades de agua dulce. Por este motivo, el 60% de los habitantes de Puno padecen metales pesados en sangre, con consecuencias difíciles de predecir. Railson Guajarara, indígena curu viene a denunciar el impacto sobre las personas y el territorio de la minería de hierro en el estado de Maranhao (Brasil). Los 900 km de vía férrea («tren de la muerte») que llevan el mineral al puerto de San Luis (que se está ampliando sobre terrenos ocupados a las comunidades afrodescendientes) fracturas a las comunidades, incluyendo algunas indígenas no contactadas, y generan accidentes y contaminación cada día.
La Caravana propone por tanto otra forma de desarrollo. Comenzando por que las leyes que existen a nivel nacional e internacional se apliquen realmente. Normativas como el Acuerdo de Escazú se bordean a través de la connivencia entre las empresas extractivas y los estados, dejando desamparados a las comunidades afectadas.
La hermana Gladis nos trae también el saludo de otros misioneros en la selva del Beni (Bolivia). REDES es esa red que pone en comunión a los misioneros a los dos lados del océano. «Necesitamos el apoyo de la Iglesia para enfrentar las amenazas que sufrimos».
La Caravana visitará en estos días las diócesis de Bilbao, Valladolid y Cáceres, antes de seguir camino de Francia.
FOTO: De izquierda a derecha, Itxaha Pankararu, Gladis Montesinos, Joan Jara. Cortesía de Marta I. Gonzalez-Enlázate por la Justicia.
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