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Reforma del sistema de Cooperación
El grupo de Proyectos de REDES ha organziado una jornada formativa sobre la reforma en marcha del Sistema de Cooperación, que es más que la Ley de Cooperación, pues incluye la revisión de la AECID, el Estatuto del Cooperante, el Plan Director y la propia Ley de Subvenciones. Carlos García Paret, del departamento de Incidencia Política de la Coordinadora de ONGD, y Macarena Romero, de Entreculturas, han dinamizado la reflexión. Lourdes Otaegui, de Pueblos Hermanos, presentó la sesión, que tuvo lugar en la sede de Karit-Solidarios por la Paz en Madrid.
Una conclusión de esta jornada es que todas las organizaciones de desarrollo, independientemente de su tamaño, tenemos un papel en este proceso, pues podemos difundir en nuestro entorno la importancia de contar con un sistema de cooperación acorde a las necesidades del momento global y que impulse transformaciones reales.
Carlos presentó brevemente claves de este contexto, entre la que podemos destacar la megadesigualdad creciente. La teoría del chorreo (crecer y distribuir), que soñaba con que el crecimiento se trasladara “naturalmente” a la población desfavorecida, parece ser que no se viene cumpliendo, sino que las minorías que acumulan mayor riqueza, la están incrementando aún más.
Como el papa viene señalando, afrontamos una crisis sistémica, compleja, en la que unos problemas se enredan con los otros. Este escenario reclama una solidaridad de ida y vuelta, en la que los distintos países intercambien sus recursos para aportar soluciones con una mayor horizontalidad.
De dónde venimos y a dónde vamos
El actual Sistema de Cooperación es el de 1998. Se consensuó como política de estado, impulsando la cooperación descentralizada, con una tupida red de pequeñas entidades que ejercen la cooperación, con una sociedad civil que, a través de la Educación para el Desarrollo se fortalece como agente de cambio. Este sistema del 98 fue impulsado por una movilización social sin precedentes, por el 0,7%. Desde aquel momento histórico, nos cuestionamos si la Cooperación y las causas de la justicia global mantienen el apoyo ciudadano. El Eurobarómetro confirma que la ciudadanía española mantiene esta sensibilidad. Carlos destacaba que ese es un valor de la Cooperación: la construcción de una ciudadanía activa e implicada (resiliencia democrática).
Esta imagen recoge un balance del actual sistema:
Después de 25 años, hay signos de preocupación, como la dispersión legislativa que paraliza y burocratiza, el retroceso en el volumen de la Ayuda Oficial al Desarrollo española (el mayor entre todos los países donantes) o la precariedad de la situación del personal contratado en las entidades.
El borrador actual de Ley de Cooperación tiene aportes positivos, aunque no parece fácil alcanzar el consenso parlamentario de la ley del 98. Será necesario un monitoreo desde nuestras entidades para que en el proceso parlamentario no se pierdan asuntos fundamentales. Ha incorporado bastantes de las propuestas de la Coordinadora para una cooperación realmente transformadora fundamentada en la extensión de los derechos. Entre ellas, el impulso a la Educación para la Ciudadanía Global como parte de la Cooperación, un apartado especial para la Infancia o el Voluntariado Internacional. Estas propuestas están recogidas en este espacio.
Durante la jornada, realizamos trabajo por grupos para analizar cómo estaban recogidos en el nuevo articulado asuntos como el Voluntariado, la Ciudadanía Global y el fortalecimiento de la sociedad civil. En esta reflexión veíamos la necesidad de poner en diálogo la Ley de Cooperación, por ejemplo, con la Ley de Educación, para aprovechar oportunidades comunes.
La necesidad de que las distintas políticas e iniciativas que intervienen en la causa de la justicia global sean coherentes (coherencia de políticas para el desarrollo sostenible-CPDS) es otro ámbito en el que el nuevo sistema de Cooperación quiere avanzar. REDES viene impulsando en este sentido a través de la plataforma Futuro en Común y de nuestro trabajo hacia la ley de Derechos Humanos y Empresas.
Una llamada para nuestras entidades
En la parte final de la jornada, Macarena Romero insistió en que, en el debate social que se genere en este proceso legislativo, las entidades eclesiales tenemos la oportunidad de aportar hacia un consenso amplio en torno a los derechos y la sostenibilidad. Para ello, es importante que conozcamos los principios de esta nueva ley de Cooperación. Un valor especial de nuestras pequeñas entidades es la presencia capilar y cercana que tenemos en los espacios locales y autonómicos de cooperación, en los que pueden surgir también nuevas leyes autonómicas de Cooperación.
Materiales expuestos durante la sesión y Anteproyecto de la Ley.
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