La COP30 de Brasil no ha conseguido trazar un camino hacia la eliminación de los combustibles fósiles. Organizaciones como Iglesias y Minería señalan que el objetivo de la cumbre oficial ha sido salvar al sistema, no al planeta: salvar el capitalismo y sus falsas soluciones, denunciadas por las Iglesias del Sur global, para que continúe igual explotando a la naturaleza y a las personas. Los gobiernos creen que basta entregar dinero a algunos protectores de bosques. Para que las empresas continúen ampliando las centrales eléctricas, deforestando las selvas, inundando de monocultivos los territorios indígenas, impulsando la minería y la extracción de combustibles fósiles, acaparando y contaminando las aguas.
En los espacios del Foso Social de la COP30, los movimientos populares, y especialmente los indígenas (una de las voces más claras en estos días) sí hemos reafirmado propuestas realmente alternativas que venimos apoyando desde nuestras organizaciones como la agricultura ecológica, turismo comunitario y sostenible, cooperativas de pequeños y medianos productores, experiencias de economía solidaria, comercio justo, pueblos indígenas autónomos, movimientos por los derechos de la naturaleza, sobriedad feliz y bien vivir…
La Iglesia ha estado especialmente presente en esta COP30, impulsada por documentos del magisterio como Laudato Si’ o Laudate Deum. El comboniano Dario Bossi, asesor de la Conferencia Episcopal Brasileña, remarcaba como histórica la participación de ocho cardenales y 40 obispos, tanto en el espacio oficial como en el Foro Social. Ellos han liderado la presencia de multitud de entidades católicas y de otras confesiones, tanto en el espacio oficial como en el Tapiri Ecuménico. Aunque las peticiones eclesiales no han sido asumidas en el documento final de la COP, Eduardo Agosta, responsable de Ecología Integral de la CEE, valora en declaraciones a Alfa y Omega el reconocimiento de la deuda ecológica de los países del norte global.
Agosta pone atención en un movimiento de 80 estados que pretender avanzar hacia el Tratado de No Proliferción de Combustibles Fósiles. Convocadas por la Declaración de Belem, se reunirán en abril en Santa Marta, en Colombia, que lidera la iniciativa junto a España, Reino Unido y Países Bajos. “A diferencia de la COP30, donde se requiere el consenso de 195 países (incluidos Rusia y Arabia Saudita), la Conferencia de Santa Marta es una coalición voluntaria. Si 80 países (incluyendo economías grandes como la UE, el Reino Unido y productores en transición como Colombia) firman un Tratado de No Proliferación de Combustibles Fósiles, crean un mercado gigantesco libre de fósiles. Esto reduce drásticamente la demanda global, lo que hace que el negocio fósil deje de ser rentable incluso para quienes no firmen.”