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El enfoque de cuidados en nuestras organizaciones
El Papa Francisco nos ha recordado en numerosas ocasiones que todo está conectado. Esta realidad innegable, sobre la que gira la Encíclica Laudato Si´, debe hacernos pensar sobre el hecho de que todas las actividades que llevamos a cabo como personas y como organizaciones tienen su huella. Es el famoso impacto que, en el caso de organizaciones como las nuestras, va mucho más allá de nuestras actividades principales en el ámbito de la cooperación internacional o de la acción social ya que se encuentra en todas y cada una de las pequeñas cosas que hacemos.
Cualquiera de las organizaciones que componen esta iniciativa colectiva que es REDES, tiene, sin duda, un impacto positivo en la vida de millares de personas a través de sus proyectos de cooperación o de acción social, pero ¿nos hemos parado a pensar en la huella que genera nuestra actividad en su conjunto? Las entidades de REDES contratan productos y servicios de todo tipo: financieros, de comunicación, de limpieza, de catering, de papelería, de material informático, de asesoramiento, viajes… Además, prácticamente todas las entidades de REDES tienen como propósito eliminar las causas que generan la pobreza y el deterioro ambiental. Entonces, si existe la pobreza y el deterioro ambiental, si todo está conectado y el impacto de nuestras organizaciones va más allá de nuestros programas y proyectos de cooperación, ¿por qué no analizar todas las actividades de nuestras organizaciones para maximizar el impacto positivo y contribuir a la consecución de nuestras misiones? Es decir: ¿Por qué no colocar el cuidado de la casa común y de los Hermanos en el centro de toda la actividad? Muchas de nuestras organizaciones ya han adoptado de manera inteligente este enfoque sugerido por el Papa Francisco en sus encíclicas Laudato Si´ y Fratelli Tutti.
La pregunta que debemos hacernos ahora es cómo debe ser para los cristianos una actividad económica basada en los cuidados con la que merezca la pena enredarse para conseguir el máximo impacto positivo. Por fortuna, tenemos dos referentes claros: las primeras comunidades cristianas que compartían vida y bienes y el Taller de Nazareth que, curiosamente, no se suele utilizar como referente de actividad económica. En ambos casos, la fraternidad se convierte en un elemento esencial a tener en cuenta, que, bien entendida, enternece nuestros corazones y nos ofrece una gran oportunidad para desarrollar una economía basada en los valores de Justicia y Solidaridad, propios del Evangelio. Estos valores son esenciales para el cuidado de la casa común y debemos cultivarlos. Como nos dice la encíclica, las comunidades cristianas tenemos que vivir la vocación de ser protectores de la obra de Dios porque no es algo opcional ni un aspecto secundario de la experiencia cristiana sino una exigencia de nuestra fe y del anuncio del Evangelio. (LS 217)
Ahora bien, muchas veces nos surge la duda de cómo aterrizar los conceptos y sobre todo de cómo empezar a llevar a la práctica nuestra buena voluntad.
Un sistema económico es la forma en la que se organiza la economía para gestionar y administrar los recursos disponibles. El sistema económico que predomina en la época actual pone el foco en la rentabilidad monetaria y el crecimiento económico por encima de otras consideraciones como los derechos laborales o el cuidado del medio ambiente, generando consecuencias muy negativas como el aumento de la desigualdad, la degradación de los ecosistemas naturales o la devaluación de la democracia.
La buena noticia es que las cosas pueden ser diferentes y podemos poner nuestro granito de arena tanto a nivel personal como de organizaciones para construir un sistema económico alternativo centrado en los cuidados de la casa común y de las personas. Partiendo de esta buena noticia, podemos empezar a preguntarnos cómo funcionan nuestras organizaciones y cómo podemos relacionarnos con otras entidades con las que compartimos fines. Cuestiones tan sencillas como reflexionar si nuestras propias entidades están tratando bien a sus trabajadores y personas voluntarias o saber si las empresas con las que contratamos respetan el medio ambiente o los derechos laborales son un buen comienzo. La herramienta de Transparencia y Buen Gobierno de la Coordinadora invita también a reflexionar internamente en esta línea. A partir de aquí, podemos profundizar en los mecanismos más apropiados para contratar proveedores alineados con nuestra Misión, tejer redes o conocer más sobre las características de las certificaciones de triple balance.
REDES organizó en 2021 una interesante sesión formativa al respecto que os invitamos a visionar en nuestro canal de Youtube.
Siguiendo la estela de aquél primer paso y la vocación de servicio a los miembros de la red, os invitamos a hacernos llegar vuestras preguntas e inquietudes en relación a todos estos temas. Hay organizaciones con talento y misión dentro de la red que pueden ayudarnos a transitar hacia un modelo de impacto positivo global alineado con nuestras misiones. Aprovechemos la oportunidad.
Pablo Ortiz, Fundación Trabajo y Dignidad
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